22 mar 2009

B o b D y l a n historias hechas canción...



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Corría el año de 1966 cuando la carrera del pugilista Rubin “Huracán” Carter subía como la espuma. Al menos dentro del cuadrilátero, pues su condición de negro en Estados Unidos le seguía haciendo sufrir problemas de racismo. En ese mismo año hubo un triple asesinato en un bar cercano a donde el “Huracán” había estado esa misma noche. Era el principal sospechoso de las autoridades. Algunas investigaciones apuntaban hacia él porque era un ex-convicto de raza negra.

Rubin “Huracán” Carter, ‘Campeón Mundial de Peso Medio’ tuvo una infancia difícil. Cuando tenía 11 años de edad un hombre blanco adinerado y viejo se acercó al grupo de amigos de Rubin intentando seducir a uno de ellos, en ese tiempo era muy común que personas adineradas buscaran cometer ese tipo de crímenes porque los niños negros eran presa fácil. ¿Quién le iba a creer a un niño negro denunciando un abuso sexual de parte de un miembro distinguido de la comunidad blanca?

Rubin defendió a su amigo lanzando una botella de vidrio que le pegó en la cabeza al acosador. Ambos forcejearon y Rubin huyó tras clavarle una navaja en el brazo. Una semana después lo arrestaron; el policía que lo interrogó aprovechó para amenazarlo y humillarlo por ser negro. Rubin fue presentado en una corte para menores y le dictaron sentencia de permanecer en un reformatorio hasta los 21 años.

En ese violento reformatorio Rubin aprendió a sobrevivir entre peleas y abusos sexuales, pero se escapó dos años antes de cumplir con su sentencia, enrolándose en el ejército a donde se hizo paracaidista y superó problemas personales como la tartamudez (problema que hacía aún más fuerte la discriminación), y se hizo boxeador profesional.

Cuando vuelve a su lugar de origen ya era todo un campeón de ‘Peso Welter Europeo’, pero en cuanto pisó de nuevo su territorio, el ya entonces sargento, Della Pesca, (policía que lo había encarcelado y humillado en el reformatorio), lo volvió a encarcelar para que cumpliera con los dos años que le faltaron para cumplir con su condena. Rubin salió de la cárcel el 21 de septiembre de 1961, tras entrenar mucho para convertirse en boxeador profesional, y al salir juró nunca más volver a pisar una prisión.

Contrajo nupcias con una joven de su vecindario, con quien tuvo un hijo, y al siguiente año fue nombrado pugilista del año.

Aún cuando era una figura pública reconocida, Rubin sufría por ser de raza negra, y uno de los ejemplos más escandalosos sucedió el 24 de diciembre de 1964; ese día Rubin le propinó una paliza al entonces ‘Campeón Mundial de Peso Medio’ (Joey Giardello), pero el cinturón se lo dieron a Giardello, después de una deliberación de 35 minutos por parte de los jueces por el simple hecho de que un negro no podía ganarle a un blanco.

En 1966 ocurrió un suceso trágico que llevó a Rubin a la cárcel. Estaba bebiendo en un bar para relajarse junto con uno de sus seguidores (John Artis, también negro), el cual, le ofrece llevarlo a su casa de regreso. Ya encaminados, una patrulla los detiene y sin interrogarlos, son forzados a acompañar a los policías. Se les acusaba de haber cometido un asesinato a sangre fría en otro bar. Los testigos habían reconocido a dos negros en un auto blanco como los agresores, por lo que Rubin y Artis, eran sospechosos.

Rubin y Artis fueron conducidos al bar donde estaban los testigos, quienes aseguraron que ellos no eran los negros que habían visto. Posteriormente los llevaron al “Hospital St. Joseph” para que una de las víctimas los reconociera, y aunque estaba mal herido, aseguró que ni Rubin ni Artis, habían sido los agresores. En ese lugar estaba el sargento Della Pesca, quien parecía inducir al herido para que los reconociera. Rubin “Huracán” Carter se dio cuenta que aquel sargento que lo había discriminado y humillado, quería involucrarlos en el asesinato a como diera lugar.
Ese mismo año juzgaron a Rubin Carter y a John Artis, en un juicio lleno de mentiras y prejuicios raciales, condenándolos a tres cadenas perpetuas. Cabe mencionar que el jurado estaba conformado solamente por hombres blancos.

En noviembre de 1985 se le da la oportunidad a Rubin Carter de presentar pruebas y un juez, tras revisarlas, le concede la libertad inmediatamente. Se reconocieron los elementos de racismo durante el proceso penal y la corrupción de la fuerza policial con la que se manipularon declaraciones y pruebas.


Bajo esa sentencia, Carter fue puesto en libertad.


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