16 ene 2009

80 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO





Martin Luther King, el hombre que soñó que negro no era un insulto.


El hijo del reverendo King nació en Atlanta el 15 de enero de 1929. Era negro y el color de la piel bastaba para ser condenado. Para ser ladrón, antes de robar, para ser violador por mirar a una chica blanca, para ser un peligro por tan sólo atreverse a pensar.

Martin Luther King fue más allá y se atrevió a hacer todo lo que a los negros les estaba prohibido. El ministro Baptista de diecisiete años se convirtió en un orador capaz de movilizar a cientos de afroamericanos que no habían pensado antes que merecían ser tratados como personas.El joven King reclamó el espacio de los negros en una sociedad clasista y se transformó en unos años en el mayor activista por los derechos civiles en EEUU. En 1955 se sumó a las protestas que desencadenó la detención de Rosa Parks en Alabama, una mujer negra que se negó a ceder su puesto en el autobús a un pasajero blanco.El reverendo caminó por el borde de la carretera durante 381 días juntos a otros cientos de manifestantes negros, en silencio, con los puños cerrados y la rabia por dentro.

La protesta lo llevó a la cárcel y a su salida se encontró su casa destrozada, aunque seguían intactos sus sueños de igualdad racial."Yo tengo un sueño... Un día, cualquier negro de este país, cualquier hombre de color en el mundo entero será juzgado por su valor personal antes que por el color de su piel", con estas palabras Martin Luther King sacudía en 1963 a más de 250.000 personas de todos los colores, en una plaza de Washington. Un año después recibía el premio Nobel de la Paz.

Sus palabras, su defensa de la no violencia como método de protesta no pudieron hacer cambiar de idea al racista blanco que, sin que le temblara el pulso, le disparó a la cabeza en la ciudad de Memphis.El FBI le seguía los pasos de cerca, el Gobierno de Lyndon B. Johnson lo miraba con desconfianza por su oposición a la guerra del Vietnam. Era negro, era culto, era capaz de convencer e influenciar a las masas. Era demasiado peligroso. Era 1968 y ni siquiera el espíritu libertario de ese año lo salvó. Martin Luther King moría a los 39 años sin haber visto cumplido su sueño.

Barack Obama, el sueño cumplido de Martin Luther KingCuarenta años después llega a la presidencia de EEUU un negro, como en algunas películas visionarias de Hollywood. Barack Obama, será el nuevo inquilino de la Casa Blanca y quizá se convierta en el sueño cumplido de Martin Luther King, como opinan muchos expertos y analistas.Sin embargo, hay también quienes dudan. El escritor uruguayo Eduardo Galeano se pregunta si "Obama, el primer presidente negro de la historia de EEUU ¿llevará a la práctica el sueño de Martin Luther King o la pesadilla de Condoleeza Rice?"

Lo cierto es que Obama llega a la presidencia de un país que, en pleno siglo XXI, sigue gastando más -como denunció Luther King hace 40 años- en la defensa militar que en programas de asistencia social. Un país donde seis de cada diez personas negras irán a prisión antes de cumplir los 30 años.El nuevo presidente sabe que el sueño del pastor baptista es una promesa incumplida. Las miles de víctimas en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, la mayoría negros y pobres, reveló que en el país más poderoso del mundo las desigualdades sociales son un hecho aplastante.

Obama tendrá que demostrar que más allá de la retórica de sus discursos, particularmente cercana a la del reverendo King, del color de su piel y del hecho de haber compartido el privilegio de una portada en Time, su sueño es el mismo.Un sueño hecho de esperanzas por una sociedad más justa, donde todas las personas tengan los mismos derechos. El sueño de unir a "blancos, negros, latinos y asiáticos, de todos los credos y religiones", porque "ha llegado nuestro momento y el cambio está llegando".Barack Obama se enfrenta a la encrucijada de convertirse en el heredero de aquel sueño, por el que millones de estadounidenses votaron el pasado 4 de noviembre o en un fiasco. Por el momento, todas las promesas electorales están en suspenso, por ahora el presidente demócrata es sólo una esperanza.

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