2 ago 2010

“La capital del país es el laboratorio de una sociedad que vive en los extremos”

JM Servín durante la plática con este diario * Foto: Luis Humberto González

JM Servín
lanza con Almadía
DF Confidencial:
crónicas de delincuentes, vagos y demás...



Por ARTURO GARCÌA HERMÀNDEZ
Periòdico La Jornada
Cultura

La ciudad de México es muchas ciudades. De todas, una le interesa más al escritor JM Servín, una que padezco y me atrae a la vez, una que vive en la nota roja, la de las subculturas que florecen en la periferias de lo proscrito, de la marginalidad y la impunidad; una ciudad que fascina por muchas cosas, pero que al mismo tiempo puede resultar repelente, dura y cruel si no sabes adaptarte o fluir con ella.

De esta ciudad, donde la población pende de la cuerda que une lo lícito con lo delictivo, escribe en su libro más reciente: DF Confidencial: crónicas de delincuentes, vagos y demás gente sin futuro, publicado en el sello independiente Almadía. Título elocuente que hace un guiño, por afinidad y admiración, al libro LA Confidential, del estadunidense James Elroy.

–¿No ha sido suficientemente contada esta ciudad? ¿De dónde la necesidad de contarla?

–Lo ha sido, pero son demasiadas sus aristas como para creer que ya se dijo todo. Tiene una vida propia que la vuelve demasiado vertiginosa, incluso a los ojos de los cronistas más experimentados. Aunque ya ha sido contada, me parece que de un tiempo a la fecha se habla de sus aspectos más amables, se le ha idealizado como una ciudad de primer mundo, al nivel de París y Berlín, pero no lo es. Tiene aspectos mucho más ricos e interesantes de tratar que los antros de la colonia Condesa o de la Roma. Desde sus ciénagas, desde sus bajos fondos, desde la perspectiva del leperaje, hay muchas cosas que están por contarse. Es un laboratorio de una sociedad que vive en los extremos y en donde también subyace una fuerza social innegable que da oportunidad para ejercicios literarios como el que estoy presentando, donde ciudadanos y escritores estamos experimentando todo el tiempo.

En particular “me interesa la picaresca urbana, desde el delincuente común hasta todos esos tejidos sociales que tienen mucho que ver con la corrupción y la doble moral del mexicano, las contradicciones de esa parte de la ciudad que dicen mucho de nuestra idiosincracia. La observo como haría un patólogo o un siquiatra forense; me interesa desde su perspectiva de trasgresión, de los bajos fondos, de su historia social a partir del pueblo y de lo que ha generado a lo largo de los años; una sociedad enamorada de la ilegalidad, resultado de profundas diferencias sociales y económicas, con fenómenos paralelos como el ambulantaje, la delincuencia, la inseguridad, pero también a través del silencio, la chacota, la indolencia y la cábula. No es cuestión de un gobierno u otro, sino histórica.

Desde la perspectiva de JM Servín, los fenómenos señalados son la respuesta de resistencia y autoprotección por la población de esas zonas ante el hecho de que la ciudad les ha sido arrebatada de algún modo. Se nos pretende vender que es democrática, pero donde impera la impunidad y la ilegalidad a causa de las profundas desigualdades.

–¿La trasgresión en la ciudad es entonces una forma de cuestionamiento al poder?

–En lo máximo y en lo mínimo; siempre es un cuestionamiento al poder, porque hay algo en el ejercicio del mismo que no está haciendo para relacionar a una sociedad de manera más sana.

–¿Y por qué registrarla, para qué contarla?

–Es más importante contarla que dejarla pasar de largo. Están ocurriendo muchas cosas importantes de las cuales hay que tener registro, no pueden quedar sólo expensas de la banalización de los opinadores profesionales de la televisión. Si algún compromiso tienen la literatura y el periodismo es el de registrar su momento histórico, su hoy, su aquí.

Con DF Confidencial, JM Servín también quiso reconocer y revalorar la tradición de periodismo policiaco, el de nota roja que empezó a hacerse en México en el siglo XIX, en tiempos de la Reforma. A dicha tradición pertenecen Manuel Payno, Vicente Riva Palacio, con El libro rojo, “y de ahí en adelante tenemos un montón de escritores que han practicado ese género proscrito: Martín Luis Guzmán; Ignacio Manuel Altamirano, El Zarco; Jorge Ibagüengoitia; José Revueltas; Ricardo Garibay, o Sergio González Rodríguez, autores que se ha nutrido de la nota roja”.

En tiempos recientes, los periodistas jóvenes se han olvidado de ese periodismo, les parece denigrante, mientras una de las páginas más brillantes de la historia social del país y de la ciudad ha sido escrita en este género.

Por otro lado tenemos los Populibros La Prensa, “donde por medio de este tipo de periodismo se escribieron páginas gloriosas de esta ciudad, a través de reporteros como David García Salinas, El Güero Téllez, José Ramón Garmabella, y desde el periodismo gráfico uno de los grandes artistas mexicanos de todas las épocas, Enrique Metinides”.

Autodefinido como escritor y periodista free lance, de formación autodidacta, que ha buscado la forma de escribir sólo lo que le gusta o interesa, es partidario del periodismo subjetivo autorreferencial.

–¿Cómo sortea el riesgo de convertirse en el protagonista de sus historias?

–Es que lo soy, pero la historia que cuento siempre está por encima de mí; trato de narrarla de tal manera que el lector no piense en mí, sino en lo que estoy narrando.

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