12 abr 2010

“Hace no mucho, se tocaba por un impulso de sobrevivencia, en un ritual que unía a las personas”: Cyro Baptista ...

Texto por Oscar Adad y Fotografìa de Daniel Sheehan ...

Partes de refrigeradores, material de albañilería, música de todo el mundo, instrumentos hechos en casa, improvisación y fuertes dosis de sentido del humor componen la música de Cyro Baptista.




Originario de Brasil, pero radicado en Nueva York desde hace cerca de treinta años, el percusionista ha creado un discurso que va más allá de lo sonoro: Baptista transforma un concierto en una experiencia; un ritual; la creación músical como un acto en común, pues.

Es un hombre que ha colaborado con un sinfín de creadores de las más diversas ramas del sonido: lo mismo se le ve a lado del pianista Herbie Hancock, de John Zorn, del cellista Yo-Yo Ma o de estrellas del pop como Sting o Paul Simon, por citar sólo algunos.

Pero el punto donde puede percibirse la búsqueda de Cyro Baptista es en su trabajo en solitario. Sus discos desafían cualquier intento por asir la música. El brasileño derrocha imaginación y sentido del humor en cada estilo que toca. El cerebro de Baptista funciona como una licuadora donde sus raíces brasileñas, el ritmo de las luces, el jazz, claxons de automóviles, el rock, la laudería, el flamenco, la música electrónica y cualquier ambiente sonoro se enfrascan para dar vida a su manera de interpretar el mundo.

Por si no bastara, el hiperactivo brasileño está muy interesado en la enseñanza de la música. Por ello, en cada lugar que visita se da tiempo para dar clases maestras y talleres para músicos, niños y no músicos. En sus conciertos en la Ciudad de México en noviembre de 2008, Cyro ofreció el taller Rhythm of the Awarness, dirigido a público en general y cuyo principal objetivo es que los participantes tengan consciencia de sus ritmos naturales.

Presentamos la primera parte de esta sabrosa charla con Cyro Baptista:




¿Qué es lo que más te gusta de estos talleres?

Que aprendo más de lo que enseño. En el negocio de la percusión tú tocas el instrumento, pero cuando tienes que explicar cómo lo haces parece que tienes que aprender de nuevo: ponerlo en palabras; entonces todos los talleres son un desafío para mí. Es una cosa orgánica porque no es una clínica en la que digo “mira, soy un músico increíble y tú no sabes nada”, creo que todos nosotros ya tenemos este ritmo adentro y el taller está hecho para que esos ritmos aparezcan, por eso se llama Ritmos de la Consciencia.

Eres un profesor poco común…

No me considero de ninguna manera un profesor o maestro, no me gusta que me llamen así. Soy simplemente un músico. Cuando voy a dar un taller antes que ser músico soy un ser humano que está explicando su experiencia con la música. Hace no mucho tiempo, a las seis o siete de la tarde, todos se quedaban alrededor del fuego, eran músicos a esa hora del día y se tocaba por un impulso de sobreviviencia, en un ritual que unía a las personas.

Pareces muy cercano a la tradición oral…

No solo oral porque no tengo nada en contra de leer música, yo no soy el rey de leer música pero es una manera que hace más fácil la comunicación entre los músicos; sin embargo, no creo que sintamos la música por los ojos, la sentimos como un todo.




¿Consideras que la música tiene principios biológicos?

Sin duda, estudié un poco de musicoterapia en Brasil cuando estaba tocando con Nana Vasconcelos quien es mi mentor; aprendí mucho con él no sólo de la música sino también mi postura como músico. Cuando estábamos en gira, muchas veces íbamos a hospitales o instituciones y hacíamos talleres con personas que tenían deficiencias extremas, era increíble ver como la música es una cosa química. Había personas que nunca se habían movido, no hablaban, y de un momento a otro, en medio del taller, empezaban a moverse y era una cosa inexplicable, entonces si creo que hay una cosa química dentro de nosotros que la música cambia.

¿De ahí también surgió la idea de hacer este taller para no musicos?

Si, claro. Se trabaja una situación, entonces trabajamos para catatónicos, esquizofrénicos, para todos. Creo que todos tenemos la música en nuestro corazón y abrir el corazón nos da una oportunidad. La musica tiene esta cualidad de que nosotros podemos hacer lo inimaginable. Por ejemplo, hace un momento, en el taller, hicimos un ritmo con los pies, un ritmo con las manos y cantamos, tres cosas al mismo tiempo y fue algo que hicimos de sorpresa.




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